Odontopediatría, más crucial de lo que crees

Si hay algo que define la infancia, más allá de los juegos, los tropiezos o los primeros aprendizajes, es la sonrisa. Esa mueca sincera, espontánea y a veces llena de dientes de leche que retrata la alegría más pura. Sin embargo, mantener esa sonrisa sana y radiante no es un proceso automático. Detrás de cada niño que mastica, ríe o aprende a cepillarse hay un profesional que observa, previene y actúa: el odontopediatra.

Aunque para muchos padres la odontopediatría es solo “el dentista de niños”, en realidad es mucho más que eso: una especialidad médica compleja y en constante evolución, que combina conocimiento científico, técnica y un profundo entendimiento de la psicología infantil. Un campo que no solo trata caries, sino que forma parte esencial del desarrollo integral del niño.

Este reportaje explora qué es la odontopediatría, su historia, los avances más recientes, los retos que afronta hoy y su impacto real en la salud pública y en el bienestar familiar.

1. Una disciplina joven con raíces antiguas

Aunque pueda parecer moderna, la odontopediatría tiene precedentes muy antiguos. Textos egipcios y chinos ya hablaban de métodos para calmar dolores de muelas en niños, y durante siglos se practicaron tratamientos rudimentarios en menores.

Sin embargo, como especialidad formal, nació hace poco más de un siglo. Fue en Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando comenzaron a surgir las primeras clínicas dedicadas exclusivamente a la atención dental infantil. Se comprendió entonces que los niños no son “adultos pequeños”: tienen dientes distintos (los llamados dientes temporales o “de leche”), patrones de crecimiento únicos y, sobre todo, necesitan una atención adaptada a su psicología y etapa vital.

A partir de los años cincuenta, la odontopediatría se consolidó como una rama específica dentro de la odontología, con sociedades científicas, investigaciones y formación universitaria diferenciada.

2. ¿Qué hace un odontopediatra? Mucho más que tratar caries

El trabajo de un odontopediatra comienza incluso antes de que el bebé tenga dientes visibles. Según la Asociación Española de Especialistas en Odontopediatría, la primera visita debería realizarse en torno al primer año de vida, cuando empiezan a erupcionar los incisivos.

A partir de ahí, el odontopediatra acompaña al niño en un proceso que dura más de una década y que abarca:

  • Prevención: la base de todo. Incluye aplicación de flúor, selladores de fosas y fisuras, educación en higiene bucal y consejos sobre dieta.
  • Detección temprana de problemas: como caries, anomalías en la erupción dental, hábitos perjudiciales (chuparse el dedo, uso prolongado del chupete) o traumatismos.
  • Tratamientos restauradores: empastes, pulpotomías (tratamiento de la pulpa dental afectada) y coronas pediátricas.
  • Control del crecimiento y desarrollo: identificar maloclusiones o problemas en la mordida que puedan requerir ortodoncia preventiva.
  • Atención a niños con necesidades especiales: adaptar técnicas y entorno para menores con discapacidades físicas o intelectuales.

La doctora Mª Carmen Ruiz, odontopediatra en la clínica Dr Sánchez Moya, explica:

“El 70% de nuestro trabajo es preventivo, educativo y emocional. Solo el 30% es tratamiento. Nuestra misión es que los niños lleguen a la adolescencia con una boca sana y sin miedo al dentista”.

3. Los datos que preocupan: la caries infantil sigue siendo un reto

A pesar de los avances, la caries dental sigue siendo la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, muy por delante del asma o las alergias.

Según el último Estudio de Salud Bucodental Infantil en España, alrededor del 31% de los niños de 5-6 años tienen caries en sus dientes temporales, y un 14% de los adolescentes presentan caries no tratadas en dientes permanentes.

Las causas son múltiples: exceso de consumo de azúcares, falta de educación bucodental, visitas tardías al odontopediatra y desigualdades socioeconómicas que dificultan el acceso a una atención especializada.

4. Un entorno pensado para niños

La consulta del odontopediatra es muy distinta a la de un dentista general. Los colores, la decoración, los dibujos animados en la sala de espera o el sillón dental con forma de animal no son un simple adorno: forman parte de una estrategia para reducir el miedo y crear un vínculo de confianza.

Además, los odontopediatras se forman en técnicas de manejo de conducta: explican los instrumentos con palabras sencillas, permiten que el niño toque los utensilios antes de usarlos o emplean el llamado “tell-show-do” (decir, mostrar, hacer).

“Para un niño, el sonido del torno puede ser aterrador. Si primero le enseñas el aparato, le dejas escucharlo y le explicas para qué sirve, es más probable que colabore”, comenta la doctora Llorente.

5. Avances tecnológicos que mejoran la experiencia

La odontopediatría ha vivido en los últimos años una auténtica revolución tecnológica que la ha hecho menos invasiva y más precisa. Entre los avances más destacados:

  • Radiografía digital de baja radiación, que permite obtener imágenes con menos exposición.
  • Láser dental, que en algunos casos sustituye al torno y reduce la ansiedad y el dolor.
  • Materiales bioactivos para empastes que liberan flúor y ayudan a remineralizar el esmalte.
  • Escáneres intraorales, que sustituyen los incómodos moldes de silicona para hacer modelos de la boca.

Estos avances no solo mejoran la eficacia del tratamiento, sino que también reducen el estrés del niño y facilitan la colaboración.

6. Psicología y empatía: armas invisibles pero imprescindibles

Más allá de la técnica, la verdadera esencia de la odontopediatría está en el manejo emocional del niño. La consulta dental puede ser un escenario de miedos irracionales: al dolor, a lo desconocido, a separarse de los padres.

Por eso, los odontopediatras se forman en psicología infantil y técnicas de comunicación. Desde el tono de voz hasta la postura corporal, todo está pensado para transmitir seguridad.

“Un niño que vive una mala experiencia dental puede arrastrar el miedo toda la vida y evitar ir al dentista de adulto”, señala Llorente.

7. Odontopediatría hospitalaria: los casos más complejos

Existen situaciones que requieren atención odontopediátrica hospitalaria, como niños con enfermedades graves (leucemias, cardiopatías), discapacidades intelectuales profundas o trastornos del desarrollo.

En estos casos, los tratamientos pueden realizarse bajo anestesia general en quirófano, combinando la intervención de odontólogos, anestesistas y pediatras.

Aunque estas situaciones son minoritarias, son clave para garantizar la calidad de vida de niños especialmente vulnerables.

8. El azúcar, el eterno enemigo

Uno de los principales frentes de batalla de la odontopediatría es el consumo excesivo de azúcar, presente no solo en golosinas, sino en zumos, cereales, yogures azucarados y productos ultraprocesados.

Muchos padres, incluso con buena intención, desconocen que los azúcares libres son el principal factor de riesgo de caries, especialmente si se consumen fuera de las comidas o antes de dormir.

“No es solo la cantidad, sino la frecuencia. Un caramelo cada hora es peor que comer varios a la vez”, advierte la doctora Llorente.

9. Educación, la gran asignatura pendiente

Las sociedades científicas insisten en la importancia de educar desde el hogar: cepillado dos veces al día con pasta fluorada desde que aparece el primer diente, control del consumo de azúcares y revisiones periódicas.

Algunos colegios incluyen talleres de higiene dental, pero los expertos reclaman que la prevención bucodental se integre de forma más sistemática en el sistema educativo y en los programas de salud pública.

10. Desigualdades y acceso a la odontopediatría

En España, la atención odontopediátrica en el sistema público está limitada principalmente a extracciones y tratamientos básicos, mientras que la prevención y restauración suelen recaer en la sanidad privada.

Esto genera desigualdades: las familias con menos recursos económicos tienden a acudir solo cuando existe dolor o problemas visibles, lo que agrava el pronóstico.

Algunas comunidades autónomas han puesto en marcha programas específicos de salud bucodental infantil, pero los profesionales reclaman una cobertura nacional más amplia.

11. El ciclo vital del diente de leche

Los dientes temporales cumplen funciones clave más allá de la estética: mantienen el espacio para los dientes definitivos, permiten una correcta masticación y participan en el desarrollo del lenguaje.

Su ciclo vital suele empezar alrededor de los seis meses con la erupción de los incisivos inferiores y terminar hacia los 11-12 años, cuando caen los segundos molares temporales.

Un diente de leche con caries no tratada puede provocar dolor, infecciones y afectar a la erupción del diente permanente.

12. Odontopediatría preventiva: un ahorro a largo plazo

Estudios económicos han demostrado que invertir en prevención bucodental en la infancia reduce drásticamente los costes de tratamientos en la edad adulta.

Por ejemplo, un simple sellador en un molar temporal cuesta entre 15 y 30 euros, mientras que tratar una caries complicada en un diente definitivo puede superar los 200 euros.

Pero el ahorro no es solo económico: también se evita dolor, absentismo escolar y la ansiedad asociada a tratamientos más invasivos.

13. El futuro de la odontopediatría

El futuro apunta a una odontopediatría más digital, menos invasiva y más personalizada:

  • Inteligencia artificial para diagnosticar caries o anomalías en radiografías.
  • Odontología mínimamente invasiva que preserva la mayor cantidad posible de tejido dental.
  • Impresión 3D de prótesis y férulas adaptadas a la boca del niño.
  • Mayor integración con pediatría para abordar la salud infantil de forma global.

Mucho más que dientes

La odontopediatría es, en esencia, una disciplina que combina ciencia, técnica y empatía para cuidar algo más profundo que la dentadura: la confianza y la relación que los niños tendrán con su salud bucodental el resto de sus vidas.

Porque detrás de cada revisión, cada consejo y cada cepillado, hay una idea clara: ayudar a que esas sonrisas, tan pequeñas hoy, sigan siendo sanas y seguras mañana.

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