Las familias españolas confían a las residencias de ancianos la salud y la comodidad de sus mayores

Es evidente que, a medida que vamos haciéndonos mayores, nuestras necesidades varían y nuestra salud va cambiando. Al principio de nuestra vida, esa salud va haciéndose cada vez más poderosa. Sin embargo, desde que tenemos una edad media hasta que nos vamos convirtiendo en ancianos, se produce una decadencia con la que tenemos que tener un especial cuidado. Ni que decir tiene que la necesidad de tener todos los medios para conservar nuestra salud es máxima y que tenemos que poner todo lo que tenemos en conseguir que esa salud sea nuestro bastión.

Una vez que nos ha llegado el tiempo de jubilarnos y que las fuerzas empiezan a escasear, son muchas las personas mayores que, con el beneplácito de sus familias, empiezan a sondear la posibilidad de trasladarse a una residencia de ancianos. El motivo es evidente: es un centro como estos donde pueden encontrar todas las facilidades para tratar de conseguir una vida cómoda y en la que los efectos de la edad se manifiesten lo menos posible. Desde luego, ese es el principal objetivo para intentar que la vida de nuestros mayores se alargue y que sea una vida feliz.

Una noticia que fue publicada en el portal web Info Residencias informaba de que hay un total de 5.400 residencias de ancianos en nuestro país, que ofertan un total de 373.000 plazas. La verdad es que se trata de un número que no está mal, pero que va a ser necesario ampliar de cara al futuro, sobre todo teniendo en cuenta que hay una gran cantidad de personas que nacieron en la década de los 60 y que son hijas de la generación conocida como «Baby Boom». Esa generación es una de las más numerosas del siglo XX y está a las puertas de la vejez.

Otra noticia, publicada en este caso en el portal web Envejecimiento en Red, informaba del número total de personas que viven en residencias en España y el porcentaje de ocupación que eso supone. En el año 2011, las personas que se encontraban en una residencia eran 260.000 sobre un total de 344.000 plazas, lo que suponía un porcentaje de ocupación del 76%. Ocho años más tarde, en 2019, eran 322.000 las personas que vivían en residencias, mientras que el número total de plazas había evolucionado hasta las 372.000. El porcentaje de ocupación era, por tanto, del 86%.

Estamos viendo, a tenor de esos datos, cómo se produce una evolución en todo lo que tiene que ver con la demanda y la oferta de plazas de residencias de ancianos. No es para menos. España es una sociedad cada vez más envejecida y es evidente que eso implica que las personas mayores necesiten tener a mano una mayor cantidad de recursos para hacer frente a todo lo que tiene está relacionado con su salud. Si no fuera así, sería evidente que tendríamos un problema grave: el de no estar brindándole a nuestros mayores la atención que tanto necesitan.

La salud de nuestros mayores es una de las cuestiones por las que más nos hemos venido preocupando últimamente a causa del coronavirus. Teniendo en cuenta que muchas familias no pueden hacerse cargo durante todo el tiempo de la salud de sus mayores, es evidente que es más necesario que nunca el hecho de confiar en entidades que sí nos puedan garantizar esa tranquilidad. Es aquí donde entran las residencias de ancianos, que se han destapado como el remedio perfecto para no tener que sentir ningún miedo al respecto. Los chicos y chicas de la residencia Nuestra Señora del Rosario, de Valladolid, nos han comentado que ha crecido el número de familias que han confiado la salud y el cuidado de sus mayores en ellos en el último año.

Consecuencias de una sociedad envejecida y laboralmente estresada

Seguro que muchos y muchas os estáis preguntando por qué ha crecido de un modo tan grande el número de personas que necesitan residir en una residencia. Está claro que eso es algo que tiene que ver con el envejecimiento poblacional que os comentábamos antes, pero también es consecuencia de una sociedad que se encuentra agobiada por el trabajo y que, desde luego, se encuentra sin opciones de dedicar la totalidad de su tiempo a los mayores.

Es evidente que la tendencia no se va a detener aquí y que van a seguir creciendo las necesidades de los mayores en los próximos años. La esperanza de vida crece, son más y más las personas que están por encima de los 65 años y eso deja claro que las residencias van a seguir siendo necesarias para ofrecer una vejez digna a todas aquellas personas que estén dentro de su última etapa vital. Es de justicia que esto sea así.

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