Cuando hablamos de salud dental, con frecuencia nos referimos a ciertos tratamientos como la ortodoncia, la colocación de implantes o la estética dental. Nos olvidamos de lo más esencial, cuidar nuestra dentadura original. De ello se encarga la odontología conservadora y la odontología preventiva, aunque desde dos enfoques distintos.
Por mucho que haya evolucionado la tecnología aplicada a la salud dental, que sin duda lo ha hecho, nada puede sustituir a nuestra dentadura original. Un órgano formado por piezas, los dientes, perfectamente diseñados para cortar y masticar los alimentos y adaptados a la alimentación omnívora que practicamos.
Por esta razón, tenemos una responsabilidad en cuidarla. En hacer que esté con nosotros el máximo tiempo posible y en las perfectas condiciones. Para ello tenemos estas dos ramas de la odontología, que si bien parten de dos planteamientos dispares, no son incompatibles, ni excluyentes.
La odontología preventiva digamos que se anticipa a los problemas. Prevé la posibilidad de una enfermedad y hace todo lo posible para que no aparezca. Parte de un punto de vista distinto. No soluciona la enfermedad, sino que promueve la salud. Para ello, el paciente debe adoptar una posición activa. El odontólogo es quien le orienta, pero, al final, la conservación de su dentadura depende de su actuación directa.
La odontología restauradora o conservadora entra en juego cuando aparece la enfermedad. Su objetivo es conservar en la medida de lo posible los dientes y las estructuras bucales originales. Puesto que como ya hemos dicho, ningún apósito artificial podrá suplantar por completo la operatividad de nuestros dientes.
Esta es la esencia de la odontología. Concretada en dos disciplinas, que tal vez no sean las más populares, pero que son las que más se practican en las clínicas dentales.
A continuación, pasamos a detallarlas.
La odontología conservadora.
Los odontólogos de Clínica Dental Cubero, una clínica dental multidisciplinar que lleva más de 20 en el barrio madrileño de Cuatro Caminos, define en su web a la odontología conservadora como la disciplina dedicada a la preservación de la salud dental.
La odontología restauradora es una de las ramas más importantes de la odontología. Se centra en conservar las piezas dentales naturales, reforzándolas para que mantengan su función durante el mayor tiempo posible. Para ejercer en este campo, los profesionales deben formarse en odontología y posteriormente especializarse en técnicas avanzadas de estética y restauración.
Uno de los procedimientos más frecuentes es la reconstrucción de piezas dañadas mediante empastes. Estos se realizan con composite, un material biocompatible que imitan tanto la forma como el color del diente, logrando un acabado casi imperceptible. Suelen aplicarse en casos de caries, aunque también sirven para reparar fracturas pequeñas o traumatismos leves. La intervención es sencilla y normalmente se completa en una sola visita al odontólogo.
Cuando el daño avanza y alcanza la pulpa dental, aparece la necesidad de recurrir a una endodoncia. Este tratamiento elimina la parte interna infectada del diente, que incluye nervios y vasos sanguíneos, con el fin de erradicar el dolor y detener la infección. Una vez sellado el interior con un material adecuado, el odontólogo puede reconstruir la pieza mediante un empaste u otras técnicas, devolviéndole su resistencia y funcionalidad.
Las carillas dentales también forman parte de la odontología restauradora, aunque muchas veces se asocian únicamente a la estética. Estas finas láminas se colocan sobre la superficie visible del diente para reparar pequeñas fracturas, cubrir fisuras o corregir irregularidades. Pueden fabricarse en composite, que permite resultados inmediatos en consulta, o en porcelana, elaborada en laboratorios protésicos para garantizar una mayor resistencia y durabilidad.
Otro recurso habitual son las incrustaciones y las fundas. Las primeras se utilizan cuando existe una pérdida parcial de la estructura dental, permitiendo recuperar la forma y el aspecto del diente con materiales como cerámica o resinas especiales. Las fundas, por su parte, se colocan sobre piezas muy deterioradas, actuando como una prótesis fija que ofrece protección y una estética natural, conservando el diente original.
Odontología preventiva.
La odontología preventiva se centra en el estudio de la boca en su conjunto y en cómo influyen en él factores inmunológicos en ella. Su objetivo principal es anticiparse a los problemas y evitar que se desarrollen enfermedades que, en muchos casos, podrían resultar dolorosas o costosas de tratar. Tal como señala la Universidad Europea, se trata de una herramienta fundamental para mantener una boca sana a lo largo de la vida.
Uno de los pilares de esta disciplina son las revisiones periódicas. Los expertos aconsejan realizarlas al menos una vez al año, aunque lo ideal es acudir al dentista cada seis meses. En estas consultas, además de la exploración rutinaria, suelen realizarse limpiezas profesionales, empastes sencillos y otros procedimientos básicos que contribuyen a preservar la salud dental.
Aunque cualquier odontólogo puede aplicar un enfoque preventivo, son especialmente relevantes dos figuras: el odontopediatra y el dentista familiar. El primero se ocupa de la salud dental de los niños, inculcando hábitos de higiene que los acompañarán toda la vida. Además, ayuda a que los más pequeños se acostumbren a ver la visita al dentista como algo natural y no como una experiencia negativa.
Por su parte, el dentista familiar cumple un papel parecido al del médico de cabecera. Es el profesional que conoce nuestro historial, lleva un control periódico y nos deriva a otros especialistas en caso de que sea necesario aplicar tratamientos más complejos. Gracias a ese seguimiento cercano, se pueden detectar los problemas dentales en sus primeras fases.
Apostar por la odontología preventiva no solo garantiza una dentadura más fuerte y saludable durante años, sino que también supone un importante ahorro económico, al evitar procedimientos más invasivos y costosos en el futuro.
Diferencias entre la odontología preventiva y la restauradora.
Como vemos, las dos disciplinas ponen su atención en conservar la dentadura original, pero son distintas entre sí. Estas son algunas de sus diferencias más destacadas:
- Objetivo principal. Mientras la odontología preventiva procura evitar la aparición de enfermedades bucales antes de que se manifiesten, la odontología conservadora trata de reparar dientes dañados para devolverles su función y su estética.
- Enfoque de actuación. La odontología preventiva es proactiva, busca anticiparse a los problemas. La restauradora es reactiva, actúa una vez el daño ya está presente.
- Procedimientos habituales La odontología preventiva actúa mediante las revisiones periódicas. Es su instrumento para influir. En cambio, la restauradora efectúa tratamientos como los empastes, endodoncias, carillas, incrustaciones, fundas o coronas.
- Papel del paciente. En la odontología preventiva el paciente cumple un papel activo, adquiere un compromiso con la higiene diaria y en seguir las orientaciones del dentista. En la restauradora, tan solo se somete a tratamientos cuando ya existe una lesión o problema dental.
- Relación con el coste económico. La odontología preventiva supone una inversión a largo plazo, ya que con ella se evitan tratamientos costosos en un futuro. La odontología restauradora, generalmente, es más costosa, ya que los procedimientos son más técnicos e invasivos.
- Impacto en la salud bucal a largo plazo. Visto en perspectiva, la odontología preventiva evita incluso las intervenciones propias de la odontología conservadora, ya que lo que pretende es que nuestra dentadura se conserve en buen estado sin necesidad de recurrir a ninguna intervención.
Consejos para preservar nuestra salud dental.
El blog Cuida tus encías opina que la odontología preventiva es clave para reducir la incidencia de las enfermedades dentales en el individuo. Desde ahí es fundamental que seamos rigurosos en visitar a nuestro dentista de cabecera cada 6 meses. Es una medida importante para cuidar nuestra dentadura, pero no la única. Estos son otros consejos que nos proponen los odontólogos:
- Cepíllate después de cada comida. Usa un cepillo de dureza media o suave y asegúrate de limpiar bien todos los dientes durante al menos dos minutos.
- Elige una pasta dentífrica adecuada. Opta por pastas con flúor, que ayudan a reforzar el esmalte y a prevenir la caries.
- No olvides usar el hilo dental. Complementa el cepillado con hilo dental o cepillos interdentales para eliminar la placa entre los dientes.
- Utiliza enjuague bucal. Un colutorio con flúor o un antiséptico puede ayudar a reducir bacterias y mantener el aliento fresco.
- Modera el consumo de azúcar. Los dulces, refrescos y alimentos azucarados favorecen la aparición de caries. Es mejor consumirlos con moderación.
- Cuidado con los alimentos ácidos. No abuses de frutas cítricas, refrescos carbonatados o vino, ya que pueden desgastar el esmalte. Enjuágate la boca con agua tras ingerirlos.
- Mantente hidratado. Beber agua estimula la producción de saliva, que protege la dentadura contra las bacterias y mantiene la boca limpia.
- Evita el tabaco y el exceso de alcohol. Estos hábitos manchan los dientes, dañan las encías y aumentan el riesgo de enfermedades dentales.
- Incluye alimentos ricos en calcio y vitaminas. Los lácteos, frutos secos y vegetales de hoja verde, como la espinaca, fortalecen los huesos y los dientes.
Ya sea aplicando la odontología preventiva o la restauradora, tu dentista es tu aliado para cuidar tus dientes, pero no olvides nunca que la principal responsabilidad la tienes tú.