Es más que conocida la definición que hizo la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la palabra «salud«: «Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Según esta definición, por tanto, el concepto de salud mental va implícito en el de salud en general y, además, como algo indisociable.
El concepto de salud hay que entenderlo siempre en un sentido amplio e integral, pues es dinámico y está ligado a las condiciones de vida, a los avances científicos y a la evolución de la cultura. Así, las actitudes de la población respecto a la salud han ido cambiando conforme lo han hecho los valores sociales, de manera que hoy ya no sólo se tienen en cuenta los aspectos curativos de tiempos pasados, sino que se consideran otros como el entorno, los factores de riesgo, los estilos de vida, la educación sanitaria y todo cuanto contribuya a su promoción, fomento y prevención.
Pero definir la salud mental no es tan fácil, De hecho, según la OMS, no hay una definición oficial de la misma. Las diferencias culturales, las evaluaciones subjetivas y la competición de teorías profesionales hacen difícil definirla. Una idea de esta dificultad la proporciona el muestrario de definiciones diferentes que existen. Pero para la OMS, estado sujeto a fluctuaciones que obedecen a factores biológicos y sociales, en que el individuo se encuentra en condiciones de conseguir una síntesis satisfactoria de sus tendencias instintivas potencialmente antagónicas, así como de formar y mantener relaciones armoniosas con los demás y participar constructivamente en los cambios que pueden introducirse en su medio ambiente físico y social.
En este sentido positivo, la salud mental es la base para el bienestar y el funcionamiento efectivo de un individuo y una comunidad, y es mucho más que la ausencia de enfermedad mental. Este concepto de salud mental es coherente con su interpretación amplia y variada en las diferentes culturas.
Nuestra salud mental no es un elemento de cuidado, y eso es un problema
Llegados a este punto es el momento de plantearnos cómo cuidamos nuestra salud mental a lo largo de un día normal. Y lo cierto es que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos sometidos a una corriente de pensamientos constantes que no nos permiten coger perspectiva de la vida que estamos llevando.
Y existen varios motivos por los que no cuidamos nuestra salud mental, pero el principal es porque no nos han enseñado a saber reconocer nuestros pensamientos y sentimientos. Aunque existen ciertas personas que acaban aprendiendo pronto cómo manejar sus sentimientos y emociones, la mayoría de la sociedad no son capaces de hacerlo.
Esto lleva a buscar diferentes maneras de evadirse de una situación que genera sentimientos dolorosos que no se saben afrontar. La reacción más habitual es girar la cabeza a otro lado con el fin de no atender al problema, buscando estímulos externos que distraigan de la situación de manera temporal, porque luego siempre se vuelve a revivir la situación dolorosa.
Aquí lo que tenemos es un claro ejemplo de pérdida de energía y del presente que puede llevar a enfermedades mentales, como puede ser la depresión. Por suerte, aprender a manejar nuestros sentimientos y emociones es algo posible que se puede conseguir, eso si, con ayuda, pues no es fácil darse cuenta de esta situación para muchas personas.
Quizá el mayor problema de la situación que comentamos es que se da por válido y normal que estés deprimido por una situación que realmente no genera tanto problema si se ve desde un punto de vista diferente. Pero la sociedad todavía no ha aprendido a mirar intuitivamente de esta manera.
En este momento vamos a introducir varios conceptos que mucha gente desecha por ser raros, como son el mindfulness y la meditación. Ambas técnicas están dirigidas a atraer la atención a nosotros mismos para saber reconocer qué sentimientos son los que nos perjudican (a través de la meditación) y cómo podemos trascenderlos (con el mindfulness).
En Málaga ayudan a este proceso los expertos de Inspirare, una escuela de meditación y un espacio de psicoterapia integral cuya misión es el amor, la verdad y la belleza al servicio del crecimiento y del desarrollo consciente y armónico, tanto personal como colectivo.