Trastornos mentales hay muchos y ninguno de ellos, resulta agradable ni para la persona que lo padece, ni para el entorno. Uno de los problemas mentales más comunes a los mortales, es la ansiedad. Aunque existen diversos grados y tipos de la misma y no siempre se trata de un trastorno, pues puede sufrirse de manera aislada, estos ataques de pánico pueden llegar a ser autolimitantes para quien les sufre. La falta de comprensión hacia las personas que padecen algún tipo de trastorno mental o problemas de índole emocional y psicológica, no hace más que obstaculizar la resolución del problema.
Aunque hay que señalar que vivimos en una sociedad cada vez más concienciada de la necesidad de gozar de una buena salud mental y, por ende, los problemas de este tipo, ya no son tan demonizados, ni las personas que los sufres son tratadas como apestadas o locas. Eso ya es historia y sufrir problemas relacionados con la salud mental, se considera como cualquier otro problema. Al menos en la gran mayoría de los casos.
En Haya Psicólogos, expertos en todo tipo de problemas psicológicos, nos han explicado en que consiste uno de esos trastornos con mayor prevalencia en nuestra sociedad actual: la fobia social o el trastorno de la ansiedad social. Este es uno de los problemas de salud mental que con mayor frecuencia se encuentran los psicólogos en sus consultas. Suele iniciarse a edades tempranas como la infancia o la adolescencia y, puede provocar un gran dolor y discapacidad en todos los aspectos vitales de quien los sufre. Tanto a nivel académico, como en el ámbito laboral, la independencia económica y las consiguientes relaciones sociales, profesionales o personales, la fobia social es potencialmente, un trastorno que tiene a evolucionar a la cronicidad, derivando en problemas como la depresión o las adicciones.
Lo que pasa en la mente de la persona con fobia social
Atendiendo a la definición del trastorno de ansiedad social, encontramos que se trata de un temor persistente e intenso o ansiedad, que se presenta ante las diferentes situaciones sociales en las que se encuentra una persona y esta, pueda sentirse analizada por el entorno. Vergüenza y temor ante la sensación de sentirse humillado o por sufrir una evaluación negativa por parte de otras personas, pasa a ser la mayor preocupación de la persona. Esto provoca una limitación significativa en el funcionamiento habitual y cotidiano que afecta de manera negativa a su calidad de vida. En algunos casos, acaba por convertirse en una enfermedad crónica y debilitante.
Esas situaciones tan temidas cuando se padece fobia social son tan sencillas de afrontar en situaciones normales que, a los demás resulta inquietante y extraño que puedan producir tanta ansiedad. Algunas de ellas son el temor a las interacciones sociales, como hablar con desconocidos; el temor a ser observados o a actuar delante de otras personas, como puede ser hablar en público. Estas situaciones pueden provocar en una persona con fobia social, un estado de ansiedad inimaginable.
La ansiedad que provocan las situaciones sociales es evidentemente desproporcionada al riesgo real que supone la evaluación negativa. Sin embargo, en sus cabezas, la ansiedad es tal ante la sola idea de enfrentarse a dichas situaciones que provoca que sean evitadas o se lleven a cabo padeciendo un grado extremo de intensa angustia y malestar.
Exponerse a situaciones sociales, genera temor a ser evaluado de forma negativa por los demás. Los pacientes que padecen este tipo de trastorno, temen ser juzgados por otras personas y que le consideren ansioso, débil, intimidante, sucio, desagradable o loco. Temen al mismo tiempo, actuar de una manera que pueda provocar esos pensamientos negativos hacia su persona o manifestar síntomas que puedan ser tomados por el resto de manera negativa, como enrojecer, sudar, tartamudear, oler mal o evitar la mirada.
Es tal su temor a realizar este tipo de acciones que ellos mismos pueden acabar provocándolas de manera inconscientes, por lo que la fobia genera más fobia, convirtiéndose en una pescadilla que se muerde la cola.
Este tipo de trastorno de la ansiedad en particular, fue reconocido como diagnóstico independiente en el año mil novecientos ochenta. Con anterioridad se encontraba agrupado junto a las demás fobias específicas. Al ser reconocido como trastorno independiente, se reconoce que el trastorno de ansiedad social posee unas características propias que lo diferencian de las fobias específicas, entre los cuales destacan la comorbilidad con otros trastornos mentales, la medida en que afecta a la calidad de vida y el aumento del riesgo a la hora de consumir alcohol o sustancias altamente adictivas. Actualmente, sigue estando clasificado como un trastorno independiente que se incluye dentro de la categoría de los trastornos de ansiedad.
El resto de trastornos de este espectro son el de angustia, el trastorno de ansiedad generalizada y el de estrés postraumático. Cada uno con sus particulares características como el factor desencadenante. Mientras que el trastorno de angustia se caracteriza por la aparición de crisis de ansiedad espontaneas sin relación con las situaciones sociales, el segundo conlleva un estado persistente de ansiedad y aprensión y, el último, genera conductas de evitación relacionadas con la situación que comprometió la vida o integridad de la persona que lo padece.
Más frecuente de lo que pensamos
En algún momento de la vida, todos hemos sufrido algún ataque de ansiedad provocado por una situación social: un evento en el que tenemos que participar, hablar en público o una simple representación teatral en época escolar. Eso es natural y sano, pues forja el carácter. Ahora bien, el problema se produce cuando la ansiedad se instala en nuestras vidas hasta el punto de deteriorarla.
La fobia social es uno de los trastornos relativamente más frecuentes en la población. El mayor estudio de prevalencia de enfermedades mentales que ha sido realizado hasta el momento, ha documentado que poco más de un doce por ciento de la población norteamericana, padece fobia social a lo largo de su vida. En cuanto a la prevalencia de fobia social en los diferentes países del mundo, se consideró que era más frecuente en los países asiáticos que en los occidentales, aunque los estudios epidemiológicos más recientes, señalan que se trata de un trastorno con mayor prevalencia y frecuente en América del Norte y Oceanía, seguido de Europa.
Los casos de mayor gravedad, que implican el subtipo conocido como generalizado, tienen una moderada base genética que implica que los familiares de primer y segundo grado de una persona que padece fobia social generalizada, tienen un riesgo mayor de desarrollar el trastorno. Sin embargo, han quedado claramente establecidos otra serie de factores psicosociales con mayor preso a la hora de que se produzca, como son la sobreprotección y el rechazo parental.
Factores de carácter temperamental como la inhibición del comportamiento y el miedo a la evaluación negativa, están estrechamente relacionados con el trastorno de ansiedad social. Así como los factores ambientales que se consideran de riesgo para su desarrollo: el maltrato infantil y las adversidades pueden convertirse en el caldo de cultivo ideal.
Una de las estrategias más utilizadas por las personas que sufren de fobia social, es la evitación. De esta manera ahuyentan su malestar aunque afecta a la persona en gran medida. Algunas de las situaciones que suelen evitar son las siguientes:
- Hablar con dos o tres personas a la vez.
- Comer o beber en público.
- Firmar delante de otras personas.
- Concertar una cita romántica.
- Acudir a fiestas.
- Mirar de frente a los interlocutores.
- Utilizar baños públicos si hay otras personas.
- Entrar en una clase ya empezada.
- Devolver artículos en una tienda.
- Dar charlas o realizar actor en público.
- Ser el centro de atención.
Seguramente que más de uno se refleje en alguna de estas situaciones y en su caso, se trate de timidez o baja autoestima. Sin embargo, la fobia social, va mucho más allá de esa timidez. Se trata de un malestar real y patológico que surge a raíz de la inseguridad de la persona. La ansiedad que se produce viene muy marcada y se anticipa a los hechos. La persona con ansiedad social, sufre con mucha antelación a que se produzca ese hecho irremediable que implica a otras personas y, durante el tiempo que pasa en dicha situación. Durante ese lapso de tiempo, no deja de pensar que su manera de ser o actuar, produce un concepto negativo sobre su persona. Una persona tímida, estará callada durante la reunión o se limitará a contestar con monosílabos pero no sufrirá ni se sentirá juzgado. Tan solo un doce por cien de las personas tímidas, padece fobia social.
Esta fobia, conlleva, añadido al malestar emocional que produce la ansiedad, una serie de síntomas físicos que el resto perciben en según qué ocasiones, lo que no hace más que agravar el sufrimiento de la persona al sentirse descubierto. El temor que sienten al interactuar con desconocidos, unido a la angustia por sentirse humillado, provocan sintomatología evidente como la taquicardia o sudoración extrema, temblores de voz y manos, rubor, falta de aire… Podemos decir sin lugar a dudas que la ansiedad social no es una broma y hay que procurar que la sociedad, evite emitir juicios sobre este tipo de problemas.