Ya son muchos los estudios científicos que han demostrado que la actividad física sirve para crear neuronas nuevas y potenciar así las conexiones cerebrales, lo cual puede ser un hábito preventivo contra el alzhéimer (los estudios revelaron que el ejercicio físico aumentaba la actividad de hasta once zonas cerebrales diferentes tanto en personas sanas como en personas con problemas cognitivos leves).
El ejercicio es un estupendo estimulador del aprendizaje y la memoria, pero si no estamos habituados a él, tampoco es cuestión de calzarse unas botas de fútbol sala y salir a correr por la pista ni cebarse a echar horas en el gimnasio. Empezar a dar enérgicos paseo por una playa de Alicante o hacer sencillos ejercicios en casa con la ayuda de un gimnasio online es una de las principales recomendaciones de los psiquiatras. Opciones todas ellas económicas y efectivas.
El experimento más relevante se realizó haciendo caminar a los sujetos durante 30 minutos 5 días a la semana, con lo que este leve ejercicio ya es suficiente para notar mejoras cognitivas (aunque nunca está de más esforzarse algo más: cuanto más azúcar, más dulce).
Las regiones que mostraron mayor actividad fueron justamente las relacionadas con el alzhéimer: el lóbulo temporal, la circunvolución del hipocampo y la región precuneus. Adicionalmente, mejoró la salud cardiovascular en un 10%.
Lo más recomendable es una hora diaria de ejercicio de intensidad moderada al día combinada con otras terapias cognitivas como ejercicios mentales o actividades, lo cual aumenta exponencialmente las posibilidades de mejora y prevención.
Fuente: Psiquiatra Doctor Hernández
