La principal característica de las personas mayores es que, por desgracia, necesitan una mayor atención y cuidados por parte de diferentes profesionales. A medida que se van cumpliendo años, el cuerpo se desgasta, las personas nos volvemos más dependientes y, si no nos ponemos en manos de los mejores especialistas en diversas materias, nuestra situación puede llegar a ser bastante dramática.
Para tener los mejores cuidados, hoy en día la mejor alternativa es acudir a una buena residencia geriátrica. Por el contrario, muchos ancianos prefieren mantenerse alejados de centros así y continuar en sus casas a pesar de saber de primera mano que corren más riesgos. Solucionar una situación así es más fácil de lo que parece. Simplemente, hay que saber cómo hacer que nuestros mayores se sientan como en casa en una de esas residencias.
En el mes de noviembre de 2014, mi abuela, después de una larga lucha contra enfermedades como la artritis o el Alzheimer, murió. Mi abuelo, que se había encargado de cuidarla y proporcionarle todo lo que le había sido necesario, quedó entonces desolado y al borde de una depresión que a toda la familia nos preocupaba enormemente. Como consecuencia, el hombre comenzó a tener problemas físicos y su nivel de dependencia respecto de mi padre o mi tía empezó a ascender de manera importante.
Ellos comenzaron a pensar en que quizá había llegado el momento de que el abuelo se trasladara a una residencia. Sin embargo, anticipaban que convencer al hombre iba a ser una tarea realmente complicada. Estaba firmemente convencido de que quería seguir viviendo en su casa y en numerosas ocasiones había asegurado que no tenía ninguna intención de abandonarla. Mi padre y mi tía sabían que solo si conseguían obtener una plaza en una residencia que contara con los servicios de los mejores profesionales, él aceptaría el traslado.
A tal efecto, entre todos (también participé en la misión) comenzamos a obtener información acerca de las diferentes residencias de la provincia de Barcelona. Queríamos encontrar un lugar en el que tuviéramos la certeza de que el abuelo iba a encontrarse atendido de manera permanente y que por tanto no hubiera lugar para sustos o contratiempos. Una vez que, gracias a Internet, descubrimos la página web de Residencia Geriátrica Barcelona, lo vimos claro. Se trataba de un lugar que contaba con los mejores médicos y sanitarios, zonas ajardinadas en las que pasear, videovigilancia durante las 24 horas, parking gratuito o un horario abierto de visitas.
Convencer al abuelo, una tarea posible
Una vez que le comentamos al abuelo todas aquellas condiciones, convencerle fue mucho más fácil de lo que jamás nos habríamos imaginado. Cierto es que en primera instancia el hombre no se fiaba lo más mínimo, pero tras varios días en la residencia su opinión cambio de manera drástica. Se mostraba algo más animado de lo que había estado desde la muerte de mi abuela y la atención que le dedicaban se había erigido en el principal motivo de que sus problemas físicos disminuyeran.
Han pasado aproximadamente dos años desde que el abuelo entrara en dicha residencia y su calidad de vida ha aumentado considerablemente. Él mismo asegura que ha sido un verdadero acierto trasladarse así y eso nos reconforta a todos al mismo tiempo que nos deja bastante tranquilos. Además, la posibilidad de ver al abuelo a cualquier hora del día hacía que pudiéramos conciliar el trabajo con visitas regulares a la residencia, lo cual a nosotros nos facilitaba el día a día.
Sabemos que el cuerpo tiene un límite y que el abuelo, tarde o temprano, terminará por sufrir un bajón. Sin embargo, creemos que trasladándolo hasta Residencia Geriátrica Barcelona hemos retrasado ese momento y que, de no haberlo hecho, su situación sería muy diferente en la actualidad. Creemos que él lo sabe y que nos lo agradece. Al fin y al cabo, ha conseguido recuperar buena parte de su buen humor y su felicidad.