Disfrazarse es bueno para la salud

Quien mas y quien menos, gusta de disfrazarse para divertirse y divertir a otros, ya que con el paso del tiempo y de la edad tendemos a dejar los disfraces de lado y a tener un caracter más serio. Nuestros amigos de La casa de los disfraces, bien lo saben puesto que cuentan con un amplio catálogo de disfraces y artículos de fiesta para todos los gustos y eventos. Disfrazarse es sinónimo de diversión, tanto para niños, como para adultos. Es posible que, debido a la naturaleza de esta actividad, no seamos plenamente conscientes de los muchos beneficios que reporta para la salud a nivel psicopedagógico de los más pequeños y porque no, de los más mayores. La risa es fundamental para mantener un buen equilibrio emocional y quienes trabajan embutidos en un disfraz, bien lo saben. En este aspecto, nos referimos a los animadores socioculturales que van a las fiestas infantiles o los que trabajan o colaboran en hospitales, haciendo que la estancia de los niños en los mismos, sean más llevaderas.

En este post, vamos a centrarnos un poco en los múltiples beneficios que reporta para los más pequeños el mero hecho de disfrazarse, ya sea de un personaje real, imaginario o incluso, animales o plantas. Porque si algo está claro es que, disfrazarse, es salud.

El juego del disfraz y sus beneficios

Disfrazarse es un juego que no solo consiste en divertir a los infantes, esta acción de emular a otros personajes, aporta una serie de beneficios a nivel pedagógico nada desdeñables. Fomentar la creatividad y la imaginación de los niños y niñas, además de propiciar la estimulación de la inteligencia y el desarrollo del vocabulario son factores en los que incide directamente y, de manera casi inconsciente.

A los niños y niñas, les encanta la idea de disfrazarse con la finalidad de jugar y divertirse. Cada uno de ellos, se decanta por una temática u otra para disfrazarse: algunos prefieren disfrazarse de su personaje favorito de los dibujos o cuentos, en tanto que otros, prefieren crear sus propios disfraces haciendo manualidades o utilizando objetos y elementos que tienen a su alcance.

Cuando a un niño o niña, le gusta jugar a disfrazarse, no hay que asustarse y pensar, erróneamente que carece de personalidad. Al contrario, la esta formando y a través de disfrazarse, logra obtener unos grandes beneficios. Según expertos en la materia, es recomendable que se disfracen en cualquier época del año y no solo en las fechas señaladas al hecho como Carnaval o Halloween. Jugar con disfraces, es saludable. Hacerlo en cualquier momento, es algo divertido y pedagógico.

Expertos en pedagogía y psicología, afirman que a partir de los tres años, cuando los más pequeños empiezan a desarrollar su sociabilidad y revelan sus sentimientos, se torna más fácil durante el juego. A partir de los seis, ya poseen la capacidad de imaginar y crear nuevos mundos, con ayuda de los disfraces, ellos mismos desarrollan un juego simbólico en el que juegan a ser infinidad de cosas. Gracias a su imaginación dan vida a situaciones creadas por ellos mismos, en las que adquieren sus propios roles y responsabilidades de forma natural. Jugar a disfrazarse o valerse de este tipo de indumentaria, les ayuda a desarrollar el pensamiento abstracto, socializar y aumentar su atención. Cuando los niños o niñas, se ponen un disfraz, interpreta con gestos y adoptando la forma de ser de un personaje, sea real o imaginario. A través de estos personajes, despliegan su imaginación, el lenguaje y las habilidades sociales tan importantes de desarrollar plenamente durante estas primeras etapas de la vida.

A los más pequeños, utilizar una vestimenta que no es propia y pertenezca a personajes reales o imaginarios a los que admiran, les genera una enorme emoción y les hace sentir libres. La experiencia, difiere en gran medida a lo que se experimenta al distraerse con juguetes a los que ya están más que acostumbrados y, por ende, les aburren.

Mediante el uso de disfraces en sus juegos, encuentran una forma natural de desinhibirse de la rutina y liberar las tensiones que, también padecen. Una vez, se calzan los zapatos de otro, los niños y niñas, se adentran en un mundo diferente, mágico, donde existen más cosas permitidas y a su vez, pueden asumir comportamientos y roles sin que se les reprima.

Es fundamental, permitirles elegir el personaje que desean encarnar, sea procedente de un cómic, cuento, película o producto integro de su imaginación. A los más pequeños, les encanta ponerse ropa y accesorios que nos son los habituales, eso les permite transformarse en personajes que invitan a vivir todo tipo de aventuras. Gracias a los disfraces pueden convertirse en médicos, astronautas, vaqueros del lejano oeste, piratas o princesas de cuento y, vivir las experiencias imaginarias que conciernen a cada uno de los personajes.

Dentro de un mundo imaginario, no hay limites para nadie.

Aspectos que se mejoran gracias a los disfraces

Como venimos señalando, que los niños y niñas se disfracen a menudo, supone grandes beneficios en su desarrollo psicopedagógico. A continuación, vamos a matizar cuales son esos beneficios y que aspectos ayuda a estimular y mejorar el juego del disfraz.

Uno de los aspectos más destacables es el fomento de la empatía. Evidentemente, disfrazarse y asumir el rol de alguien, supone ponerse en la piel de ese personaje. Debido a este hecho, es inevitable aprender a ver las cosas desde otra perspectiva. Los pequeños, gracias a este ejercicio, comprenden con mayor facilidad y casi sin necesidad de explicación, que todos somos diferentes y poseemos distintas formas de pensar. Esto permitirá desarrollar una mayor empatía.

La creatividad se expande, disfrazarse invita y, obliga en cierto modo, a expandir los limites de la imaginación, agudiza el ingenio y ayuda fomentar la creatividad. En primer lugar, hay que elegir al protagonista y posteriormente, imaginar cual será su actitud. Al mismo tiempo ha de confeccionar su imagen, elegir la vestimenta y accesorias y luego crear las historias que va a vivir junto con el resto de personajes con los que habrá de interactuar.

Como resulta evidente, se trata de una actividad mental, en este sentido, ayuda a mejorar y ejercitar el pensamiento simbólico, capacidad básica y elemental para propiciar un buen desarrollo cognitivo. Enriquecer el vocabulario y perfeccionar su comunicación, son inherentes a este desarrollo.

Por otro lado, fundamental para un buen desarrollo psicológico, disfrazarse, ayuda a desinhibirse. Representar un papel, permite a los pequeños convertirse en algo diferente, al no ser ellos mismos, pueden jugar con mayor libertar, liberar las tensiones, expresar sus intereses, pensamientos, preferencias y miedos, sin temor a ser reprendidos o juzgados. Nos son ellos los que hablan o actúan, son sus personajes. Observar a los pequeños de la casa en estas situaciones, aportan información que puede ser relevante, sobre como se sienten o lo que les preocupa.

Es inevitable crear un personaje completo: voces, gestos, movimientos. La expresión corporal es inherente a disfrazarse y crear un personaje o emularlo. Se trata de una técnica excelente para que los niños y niñas, conozcan mejor su cuerpo, entrenen la coordinación y desarrollen todas sus habilidades motoras.

A edades tempranas es fundamental que los niños y niñas, socialicen. Lógicamente, cuando los niños se disfrazan, suele existir un motivo de fondo: carnavales o eventos de distinta índole como fiestas de cumpleaños, donde los niños y niñas, deben entablar conversaciones con otros. Sin embargo, aunque se disfracen sin compañía, el desarrollo de sus personajes e historias, les hacen mantener conversaciones con seres imaginarios que participan de su aventura. En su mente, encuentran aliados, enemigos o personajes con los que deben poner en practica habilidades sociales como expresar sus ideas y pensamientos, negociar, ejecutar planes o las reacciones ante estas situaciones. Todo este entrenamiento, es muy útil a la hora de relacionarse en el mundo real.

Las mentes infantiles, en su maravillosa inocencia, entran en mundos fascinantes con el mero hecho de colocarse un antifaz. El hecho de poder ser alguien más, contar con una identidad diferente, les permite despertar emociones y sentimientos en base a una aventura imaginaria. Son capaces de transportarse a otros mundos, sentir fascinación, alegría y por supuesto, divertirse sin límite.

En algunos aspectos puede constituir todo un aprendizaje. Disfrazarse y aprender, son en extremo compatibles. Por ejemplo si el disfraz, consiste en recrear personajes históricos sobre los que habrá que investigar.

Posibles perjuicios

Hasta aquí, hemos hablado de los múltiples beneficios que aporta disfrazarse. Sin embargo, hay que tener en cuenta algún aspecto que puede resultar contraproducente.

La mayoría de los niños y niñas, se disfrazan por diversión única y exclusivamente. De forma sana y natural, recurren al disfraz para divertirse. No obstante, en algunas ocasiones, algunos niños o niñas, pueden querer utilizar su disfraz con mucha frecuencia y de manera compulsiva. Este hecho, debe constituir una señal de alerta. Señalan los psicólogos que depender de algo externo para enfrentarse a la vida cotidiana, no se considera normal. Cuando el personaje se traslada al día a día, con la pretensión de fingir ser lo que no se es, pone en peligro la personalidad propia y su correcto desarrollo. Por lo tanto, hay que prestar especial atención para detectar el límite que separa lo saludable, de lo inadecuado.

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