El miedo, no es necesariamente malo, es un mecanismo que nos advierte ante la presencia de un peligro. Pero el problema, es que no siempre sabemos identificarlo, y ante lo desconocido, se dispara de forma automática como respuesta. El miedo al dentista, es sin duda, uno de los miedos más comunes, entre grandes y pequeños. No tiene ningún sentido, ya que el dentista, lejos de ser un peligro, se convierte en una especie de salvador, ya que consigue devolver la salud a una boca insana. Esto es todo lo que hace, acabar con un dolor insoportable y devolver la sonrisa a aquellos que la ocultaban. Sin embargo, el miedo sigue ahí, no desaparece, a pesar de todo.
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